Ariadna
Cuenta la leyenda que había una vez una ninfa con busto de mujer y cuerpo de pez, que encandilaba y extraviaba a los navegantes con sus cánticos. Dicen que era muy bonita, tanto, que aquellos que osaron contemplar tanta belleza quedaron ciegos de hermosura. Sus cabellos, dorados como el trigo, ondeaban al viento y acariciaban a los navegantes, que una vez estaban cerca, se enredaban y quedaban atrapados en las ondas de su pelo. Los ojos, como imanes, azulados, atraían y secuestraban las miradas. Su sonrisa, su sonrisa dicen que era tan tierna, que el navegante perdía el rumbo. En realidad se decía muchas cosas, pero nadie la había visto jamás. Los más viejos del lugar, en las frías noches de invierno, se reunían en torno al fuego y contaban las más diversas y extrañas historias acerca de Ariadna, la reina de las sirenas... El mar embravecido golpeaba con furia la pequeña galera. La tripulación estaba agotada de tanto remar. El viento azotaba las velas sin piedad y los alejaba del rumb