Te eché de menos...
Entre la multitud noté tu falta. Sentí tu ausencia. Te necesité. Quise esconderme en un rincón y llorar, romper las cadenas que aprisionan mi alma. Necesitaba escapar de mi propia cárcel. Temía ese momento. Aunque he pensado muchas veces que estaba preparada, hoy me doy cuenta, que nunca lo estaré. Siempre será esa herida que no cura, que sangra por mucho que la tapone. No tuve mas remedio que sobreponerme y dar la cara, fingir que no te recordaba con dolor. A veces me superaba el esfuerzo, me agotaba y, al final, pudo más que yo. Te eché de menos... Verte de pronto, me produjo tal dolor que no pude fingir mas. A medida que mis labios sonreían, mis ojos se iluminaban. La emoción me invadió. Las lágrimas rodaron por mis mejillas. Ahí estabas... sonriendo. Te acercabas a mi y... ¿qué me decías? No pude entenderlo. ¡Qué feliz estabas! No podía verte así... me fui... agotada por el esfuerzo, vencida por el recuerdo, triste... muy triste por tu ausencia. En la soledad de mis noches, siento