relojes atrasados
Leía esta tarde: “Con el reloj atrasado no es posible relacionarse en la actualidad en ninguna de las esferas culturales, laborales, profesionales, políticas o religiosas. Se hace indispensable llegar siempre a tiempo y, a ser posible, con cierto adelanto. La vida no se detiene ni espera.”
Es cierto, los retrasos causan muchos trastornos y algunas veces, los perjuicios que acarrean, son irreparables. La vida no se detiene ni espera…
Yo he sido muy impuntual en mi vida. No era consciente del poco “respeto” que mostraba hacia la persona que esperaba, cuando me hacía esperar. Me justificaba, como toda persona que llega tarde, con montones de razonamientos o impedimentos acontecidos. Pero la verdad profunda era que no estaba valorando lo suficiente a quien me esperaba. Lo patético era que vivía condicionada por el reloj. Siempre estaba corriendo tras el tiempo que se me escapaba entre los dedos. Hoy todo ha cambiado. No llevo reloj. No llego tarde.
Con el reloj atrasado no es posible relacionarse…
Nadie somos perfectos (o tal vez perfectamente imperfectos). Baudelaire aseguraba que “la vida es algo así como un hospital en el que cada enfermo está empeñado en cambiar permanentemente de cama, pensando que ha de estar mejor y más atendido en la que ocupan los otros enfermos”. Y pienso que es así, siempre creemos que estaremos mejor en donde no estamos y vivimos en una continua disconformidad con lo que nos rodea, con los otros, pero sobre todo, con nosotros mismos. Y empezamos a querer cambiar. Tal vez nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras ocupaciones, nuestra vida en general. Tal vez quisiéramos estar cambiando de cama creyendo que estaremos mejor en donde no estamos, sacrificando muchas veces, la felicidad propia y ajena.
Pero es que “con el reloj atrasado no es posible relacionarse”. Es necesario que sincronicemos nuestros relojes si nos queremos encontrar, si queremos compartir-nos. Compartir es comunicar y comunicarse. Es decir y decirse. La puesta en común de nuestro “yo” nos convierte en “nosotros”. Para que siga perviviendo el nosotros es imprescindible la existencia del yo y del tú, es necesario que cada cual siga manteniendo su propia identidad, porque creo sinceramente, que en el “nosotros”, no caben los relojes atrasados…
Es cierto, los retrasos causan muchos trastornos y algunas veces, los perjuicios que acarrean, son irreparables. La vida no se detiene ni espera…
Yo he sido muy impuntual en mi vida. No era consciente del poco “respeto” que mostraba hacia la persona que esperaba, cuando me hacía esperar. Me justificaba, como toda persona que llega tarde, con montones de razonamientos o impedimentos acontecidos. Pero la verdad profunda era que no estaba valorando lo suficiente a quien me esperaba. Lo patético era que vivía condicionada por el reloj. Siempre estaba corriendo tras el tiempo que se me escapaba entre los dedos. Hoy todo ha cambiado. No llevo reloj. No llego tarde.
Con el reloj atrasado no es posible relacionarse…
Nadie somos perfectos (o tal vez perfectamente imperfectos). Baudelaire aseguraba que “la vida es algo así como un hospital en el que cada enfermo está empeñado en cambiar permanentemente de cama, pensando que ha de estar mejor y más atendido en la que ocupan los otros enfermos”. Y pienso que es así, siempre creemos que estaremos mejor en donde no estamos y vivimos en una continua disconformidad con lo que nos rodea, con los otros, pero sobre todo, con nosotros mismos. Y empezamos a querer cambiar. Tal vez nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras ocupaciones, nuestra vida en general. Tal vez quisiéramos estar cambiando de cama creyendo que estaremos mejor en donde no estamos, sacrificando muchas veces, la felicidad propia y ajena.
Pero es que “con el reloj atrasado no es posible relacionarse”. Es necesario que sincronicemos nuestros relojes si nos queremos encontrar, si queremos compartir-nos. Compartir es comunicar y comunicarse. Es decir y decirse. La puesta en común de nuestro “yo” nos convierte en “nosotros”. Para que siga perviviendo el nosotros es imprescindible la existencia del yo y del tú, es necesario que cada cual siga manteniendo su propia identidad, porque creo sinceramente, que en el “nosotros”, no caben los relojes atrasados…
Comentarios
;)
Besicos, hermosa, que eres una hermosa
Bicos.
Hasta el infinito y más allá
Me alegra verte de nuevo por aquí.
Tengo vacaciones la primera quincena de agosto.
La primera semana me voy a cambiar de aires un poco; pero la segunda estoy aquí. A ver si tenemos TIEMPO de tomarnos unos no-vinos, o lo que sea.
Un besazo.
Noelia.
El tiempo tiene es el mismo para todos y me parece una falta total de respeto, delicadeza y atención hacia quien padece la espera.
Hoy en dia no caben excusas ni justificaciones, hay medios suficientes para comunicar cualquier evento que te haga retrasarte.
Bsos.
Escríbeme
Es la primera vez que entro a este blog, y me alegro hacerlo. Me gusta cuando siento que conozco a gente que esta en la misma vibración. Somos la minoría, y comunicarse con otros hace que uno se sienta menos solo. Besos desde Argentina!
PD: me gustaría mucho cruzar unas palabras con vos, mujer. Monse creo que te llaman no? Mi mail es
villalonmarcos@hotmail.com
Escribime!!! Yo también soy escritor, y me gustaria intercambiar pensamientos e ideas con vos.
Chau!