"Las cosas difíciles requieren un largo tiempo, las cosas imposibles un poco más". André A. Jackson

Un humilde carpintero, Jalani, vivía feliz con su familia y su trabajo. Tenía una mujer y dos hijos y las cosas no le iban nada mal. Pero el negocio entró en una mala racha y el hombre comenzó a ganar menos dinero.

 

Empezaron los problemas económicos y luego éstos se trasladaron a la familia. Hasta el punto, que entró en una depresión. No era capaz de ver la salida. Lo intentó todo, cambió la forma de su negocio, pero no había manera… las cosas seguían sin funcionar.

 

Desesperado, atravesó el bosque en busca de ayuda. Le habían hablado de un anciano sabio que vivía en una humilde casa de madera, al otro lado del bosque, y decidió ir a pedirle consejo.

 

El anciano escuchó muy atento las lamentaciones y problemas de Jalani, con un té caliente, entre las manos. Cuando terminó de hablar, el sabio se levantó y pidió que le siguiera a la parte trasera de la casa.

 

El anciano maestro le mostró a Jalani dos plantas que él mismo había plantado en medio de una explanada: un helecho y un bambú. Entonces, le contó su historia:

 

-Observa estas plantas. El bambú ahora te parecerá muy alto y robusto. Pero hace años llegué a pensar que nunca vería la luz. Verás, yo enterré unas semillas de helecho y bambú al mismo tiempo. Me gustan las dos plantas y quería tenerlas en mi jardín. El helecho en seguida se dejó ver, con sus preciosas y brillantes hojas verdes. Pero el bambú se negaba a asomar ni un poquito. Pasó un año y el helecho seguía creciendo y extendiéndose, mientras que el bambú seguía sin nacer. Y así estuve esperando, regándolo igual, otro año más, y otro… Y a los cinco años al fin, apareció el bambú. Entonces comenzó a crecer y a crecer con rapidez. De pronto alcanzó los 10 metros, luego 20… ¡y míralo ahora! ¡Es altísimo! Pero… ¿Sabes por qué tardó el bambú tanto en salir al exterior?

Jalani pensó un rato pero no pudo dar con la respuesta.

La verdad es que no se me ocurre nada -dijo.

El anciano mirándole con cariño le sonrió y dijo:

- El bambú estuvo cinco años dedicándose a fortalecer su raíz, por eso tardó tanto en crecer.  Le explicó contemplando el asombrado rostro de Jalani que al fin comenzaba a entender el mensaje. El anciano continuó con su enseñanza.

Tanto el helecho como el bambú tienen un cometido diferente, y ambos son necesarios en el bosque. Nunca te arrepientas de nada en tu vida, porque los días buenos te darán felicidad pero los malos te darán experiencia. La felicidad te da tranquilidad, los intentos fallidos te fortalecen, las desgracias te hacen más humano, las caídas te mantienen humilde y el éxito te ofrecerá brillo.

Recuerda, Jalani: si aún no has conseguido lo que buscas, no desesperesTal vez esté echando raíces.


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