"Quien mira hacia adentro, despierta". Carl Jung
Cuentan que hubo un tiempo en el que los hombres eran capaces de
entender el lenguaje de los animales y de los objetos. Fue entonces cuando un
hombre escucho una extraña asamblea en una carpintería. Las herramientas habían
decidido reunirse para arreglar sus diferencias.
Enseguida el martillo ocupó la presidencia, pero la asamblea le
notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? Se pasaba el tiempo
golpeando y, además, hacía demasiado ruido. El martillo aceptó el reproche,
pero pidió que también le llamaran la atención a la garlopa que hacía todo su
trabajo en la superficie, nunca profundizaba en nada. La garlopa aceptó a su
vez, pero pidió que expulsaran a los tornillos, dijo que había que darles muchas
vueltas para que al final sirvieran para algo. Ante el ataque, los tornillos aceptaron
si también se expulsaba al papel de lija, alegando que era muy áspera en su
trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de
acuerdo, a condición de que fuera también expulsado el metro, ya que siempre
estaba midiendo a los demás, como si él fuera el único perfecto.
En ese momento entró el carpintero y poniéndose el delantal, se
sentó en el banco e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la garlopa, el
papel de lija, el metro y los tornillos. Finalmente, las toscas maderas
se convirtieron en un bonito mueble.
Cuando el carpintero finalizó su jornada y la carpintería quedó
nuevamente en silencio, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces
cuando tomó la palabra el serrucho, que hasta el momento no se había
pronunciado. Y dijo:
-Señores, ha quedado demostrado que tenemos muchos defectos, pero
el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que
nos hace valiosos. Así que, concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos fuertes.
Las herramientas se miraron unas a otras, asintiendo. Un nuevo brillo había en sus miradas, y es así como fueron capaces de ver que el martillo era fuerte y contundente, la garlopa suave y eficaz, los tornillos tenían la habilidad de unir y dar fuerza, el papel de lija era especial para afinar situaciones y limar asperezas y observaron también que el metro era preciso y exacto.
"Tomaron conciencia de una nueva realidad".
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