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Mostrando entradas de junio, 2006

Ariadna

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Cuenta la leyenda que había una vez una ninfa con busto de mujer y cuerpo de pez, que encandilaba y extraviaba a los navegantes con sus cánticos. Dicen que era muy bonita, tanto, que aquellos que osaron contemplar tanta belleza quedaron ciegos de hermosura. Sus cabellos, dorados como el trigo, ondeaban al viento y acariciaban a los navegantes, que una vez estaban cerca, se enredaban y quedaban atrapados en las ondas de su pelo. Los ojos, como imanes, azulados, atraían y secuestraban las miradas. Su sonrisa, su sonrisa dicen que era tan tierna, que el navegante perdía el rumbo. En realidad se decía muchas cosas, pero nadie la había visto jamás. Los más viejos del lugar, en las frías noches de invierno, se reunían en torno al fuego y contaban las más diversas y extrañas historias acerca de Ariadna, la reina de las sirenas... El mar embravecido golpeaba con furia la pequeña galera. La tripulación estaba agotada de tanto remar. El viento azotaba las velas sin piedad y los alejaba del rumb

... y un gato me hacía compañía

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"Con certeza, si me mirara a los ojos, algo profundo en mí cambiaría..."

Las alas son para volar

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Cuando se hizo mayor, su padre le dijo: “Hija mía: no todos nacemos con alas. Si bien es cierto que no tienes obligación de volar, creo que sería una pena que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado”. -Pero yo no sé volar –contestó la hija. -Es verdad... –dijo el padre. Y, caminando, la llevó hasta el borde del abismo de la montaña. -¿Ves, hija? Este es el vacío. Cuando quieras volar vas a venir aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y, extendiendo las alas, volarás. Ella dudó. -¿Y si me caigo? -Aunque te caigas, no morirás. Sólo te harás algunos rasguños que te harán más fuerte para el siguiente intento –contestó el padre. La hija volvió al pueblo a ver a sus amigos, a sus compañeros, aquellos con los que había caminado toda su vida. Los más estrechos de mente le dijeron: “¿Estás loca? ¿Para qué? Tu padre está medio loco... ¿Para qué necesitas volar? ¿Por qué no te dejas de tonterías? ¿Quién necesita volar?”. Los mejores amigos le aconsejaron: “¿Y

Mientras dormía

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Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión! que... ¡no! no soñé que una fontana fluía dentro de mi corazón. Soñé que la nieve ardía soñé que el sol se helaba y soñando lo imposible... ¡no! no soñé que tú me amabas. Soñé con la libertad del esclavo encadenado de ese pueblo sometido a la injusticia de un estado. Soñé que el terrorismo por fin se erradicaba ni violencia, ni luchas, ni hambre se pasaba. Soñé con la abundancia de un pueblo que se muere de aquel niño que no tiene. Y por soñar, soñé... ¡con un mundo tan perfecto! Donde había libertad donde no se etiquetaba donde esa sociedad de censura e hipocresía, donde ¿cuánto tienes? ¡tanto vales! en mi sueño no existía. Vuela alto, vuela libre, con entera libertad. Libertad que sólo un día, con las ansias de volar, abriste tus alas al viento y te dejaste llevar. Sin temores, ni reservas, sintiéndolo nada más, gritaste un día al viento: ¡amo la libertad! ¿Qué es la vida? –es un sueño. ¿Qué es la vida? –una ilusión. Como dijo el poeta -